En la República Dominicana se ha avanzado bastante en mejoramiento genético, pero solo en un porcentaje muy bajo de la población animal. De los tres laboratorios para trasplantes de embriones del país, los dos oficiales no están operando con eficiencia por falta de recursos, y el privado está subutilizado.
La genética disponible puede dar mucho más carne o leche, pero debe ir de la mano con una adecuada alimentación. En el renglón de carne, la mayoría de los animales son cebuinos de baja calidad genética, que aunque sean bien alimentados, no pueden dar más que lo que su potencial permite, por lo que llegan al matadero a los 4 y 5 años. No es extraño que la caña para producción de azúcar sea dos veces más rentable que la producción de carne.
La leche anda un poco mejor, pero el promedio de producción es menor de 5 litros por vaca. Tenemos un gran hato de vacas de alto mestizaje mal alimentadas y expuestas a estrés calórico todo el año, lo que impide que puedan expresar su potencial productivo.
Silo de maíz
En las últimas décadas se ha promovido la utilización de ensilado de maíz para producción de leche. ¿Vale la pena utilizarlo para vacas de menos de 10 litros? El silo de maíz, en virtud de su costo, debe ser para vacas de alta producción o en inicio de lactación.
La siembra de maíz en zonas muy lluviosas con suelos poco profundos es bastante difícil; algunos ganaderos lo hacen “nadando a contracorriente”. Otros que siembran maíz en suelos con pendientes no adecuadas para cultivos anuales corren el riesgo de quedarse “sin suelo” a mediano plazo por efecto de la erosión. De los pocos que hacen silo de maíz, una minoría utiliza semillas híbridas, que no siempre están disponibles en el país.
Con gramíneas tropicales solas no se puede aspirar a altas producciones individuales; los bancos de proteínas deberían estar en todas las fincas. Pastos y arbustivas de alta calidad nutritiva pueden ser más rentables y sostenibles que el silo de maíz si se quiere una industria láctea competitiva.
En el sur, parte del este, la Línea Noroeste, gran parte de la costa norte y todas las zonas con suelos de pH sobre 6.5, un modelo sostenible y sustentable sería la consociación de leucaena y gramíneas para pastoreo, y caña de azúcar para la época seca. Este modelo es aplicable a todos: pequeños, medianos y grandes.
En todas esas zonas, en las fincas que no tienen reservas, las gramíneas mejoradas desaparecen antes del cuarto año, siendo reemplazadas por pajón haitiano o hierba mera. Este pajón es más agresivo y resistente a la sequía que todas las gramíneas que se siembran en el país, con excepción de la buffel.
¿Caña o conservación de forraje?
La caña de azúcar o silo en pie es el recurso más barato que dispone el país para paliar la escasez de forraje en época seca. En la mayoría de los casos, contiene menos fibra detergente ácido (FDA) que el silo de maíz, pero la digestibilidad de esta fibra es menor, por lo que el consumo voluntario del silo de maíz es mayor y, por ende, la producción de leche o carne.
La caña contiene poca proteína, pero con la adición de urea al 1% (con sulfato de amonio en relación 9:1) esto puede paliarse. Si hay bancos de proteína en la finca, mucho mejor.
Los técnicos repetimos lo que aprendimos en los libros y con nuestros profesores extranjeros de clima templado: “Conservemos el exceso de forraje de la época de abundancia en forma de ensilaje, heno o henolaje para la época de escasez”. Como en clima templado no hay caña de azúcar, no nos enseñaron que pastorear en época de abundancia y tener caña de azúcar como reserva es un modelo más sustentable para el trópico bajo.
Ensilar o henificar gramíneas tropicales pasadas es un desatino.
Hacer un ensilado de calidad con merker o cualquier otra gramínea no es tarea fácil. Si se corta tierna, de 30 a 35 días, para que tenga buen contenido nutricional, contiene mucha agua (82 a 85%), lo que afecta el rendimiento y la calidad del silo, que exige un 30% de materia seca (70% de humedad). Por eso, generalmente se corta pasada con 6% de proteína y FDA sobre 70%; al ensilado hay que calcularle un 10 a 15% de pérdidas de calidad y de materia seca.
El heno dominicano califica más como cama de ganado. El heno del que hablaron nuestros profesores es el de alfalfa, con 20% de proteína, 40% de FDA y 65% de digestibilidad, no la “paja” que abunda en el país con 3% de proteína, 70% de FDA y 40% de digestibilidad, a la que nadie le adiciona urea para mejorar la calidad.
Los forrajes deben contener menos de 50% de FDA para que el consumo sea satisfactorio. Esta es una de las principales razones por las que las vacas dominicanas de alto mestizaje no pasan de 12 a 13 litros en promedio por lactación, aun en los meses de menos estrés calórico.
Hierba de corte
En el país, las hierbas de corte más utilizadas son merker, súper merker, king grass, king grass morada o camerún, maralfalfa, elefante y demás especies del género Pennisetum y sus híbridos. Los híbridos introducidos más recientemente son los cubanos CT-115, CT-169 y Cuba 22 (OM-22). Este último, que parece ser el mejor, aún no ha sido difundido en el país porque CEAGANA lo tiene “secuestrado” en sus predios.
El uso tradicional de estos forrajes de corte, si bien son de alto rendimiento, encarece la producción y produce en las fincas el “síndrome de abandono de potreros”. Los productores se ocupan más de la hierba de corte y se olvidan de los potreros en la mayoría de los casos. La hierba cortada “pasada” contiene poca proteína y un alto nivel de fibra detergente neutro (FDN), lo que afecta la digestibilidad y el consumo voluntario de forraje.
En Brasil y en México, estas hierbas se utilizan más en pastoreo que en corte. De esta manera, el productor ahorra mano de obra, infraestructura y combustibles. Además, es más fácil manejarlas para aprovecharlas en su punto óptimo, cuando tienen metro y medio de altura.
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